martes, 19 de febrero de 2019

HÁBITOS Y RUTINAS EN TEA

¡He vuelto!

Aunque mantengo constante actividad en las Redes Sociales (Instagram, Facebook y Twitter) escribir en este medio requiere de mayor tiempo y concentración que la verdad, muchas veces no encuentro.
Sin embargo, quise hoy abordar un tema bastante interesante que durante los primeros años nos angustiaba un montón, y es el hecho de crear hábitos y rutinas en nuestros peques, lograr fijar en ellos determinada conducta, como por ejemplo: lavarse los dientes, ordenar sus juguetes después de jugar, ir a la cama sin que se convierta en una batalla campal o sentarse a comer a la mesa.

Antes me gustaría aclarar que:

"La rutina es una costumbre personal establecida por conveniencia, que no permite modificación y que puede desaparecer; por ejemplo, colgar el abrigo en la percha al llegar a clase.

El hábito, sin embargo, es un mecanismo estable que crea destrezas y que además podemos usar para distintas situaciones: por ejemplo, abrocharse la chaqueta."

Por supuesto, para lograr con éxito esta instauración debemos tener en cuenta que necesitamos ser repetitivos, constantes, pacientes y manejar nuestras emociones como adultos, es decir, reconocer cuando una situación nos está afectando tanto como para alejarnos, tomarnos un tiempo para respirar, equilibrarnos y retomar.

Sí, definitivamente resulta más sencillo decirlo o escribirlo que hacerlo, en la práctica, y sobre todo si hemos tenido un día difícil, y nos sentimos agotados física y emocionalmente, sentimos que la situación nos agobia, nos desesperamos por conseguir rápidamente lo deseado, nos dejamos llevar por los comentarios del entorno y por supuesto esto nubla nuestros pensamiento, perdemos totalmente el foco y podemos caer en gritos, incluso llorar (y mucho).
Digamos que, llegar al punto donde ahora nos encontramos ha sido toda una odisea, como escalar una montaña llena de muchos obstáculos, hasta lograr con ayuda de los profesionales a comprender cuál es la mejor forma de abordar ciertas situaciones.

Como siempre les hablo desde mi experiencia, estoy consciente de que existen cualquier cantidad de estrategias que a muchas familias han funcionado y les invito a comentarlas, porque siempre podemos sacar provecho de ellas, adaptándolas a nuestra realidad, ajustándolas a nuestros peques.

Ahora bien, una vez que hemos tomado conciencia de nuestras emociones, fijamos nuestro objetivo, es importante involucrar a la familia inmediata, es decir, a las personas con las que convive diariamente nuestro peque (mamá, papá, abuelos, hermanos, tíos...) con el fin de establecer todos una misma metodología y evitar aquelos de que uno de los miembros permite hacer una cosa y el otro no, esto genera un desequilibrio y por supuesto tomará muchísimo más tiempo el fijar algún comportamiento.
Una vez conversado con los miembros de la familia sobre el objetivo que tenemos en mente, vamos a dividirlo en pequeñas metas a corto plazo que nos lleven a la totalidad. Debemos para ello tener presente que estas tareas se ajustan a la edad, compromiso cognitivo y capacidades de nuestros peques. Debemos ser realistas, es decir, sin crearnos falsas expectativas o imponer un tiempo determinado porque esto solo nos generará estrés y frustración y a nuestros peques muchísima ansiedad que podría generar rabietas y poca colaboración de su parte. Tampoco pongamos límites, cuando vemos que toman la iniciativa por realizar alguna actividad, nuestra actuación consiste en alentarlos, apoyarlos y acompañarlos, no cortar sus alas con frases como: "No vas a poder o Es muy difícil para tí", porque incluso sin lograr lo que se propone, el intentarlo debe ser celebrado y motivado a ir por más.

Entonces, una vez definido nuestro objetivo y dividido en partes, conversamos en el peque. La cantidad de información que daremos va a depender de cada niño; el tiempo de atención de Moi a los 3-4 años años era muy cortito (no es  que haya mejorado muchísimos, pero al menos contamos con un par de minutos más), por lo que nuetro mensaje debe ser corto, concreto y acompañado de material visual (fotos, pictogramas, dibujos...).
Este material debe llevar la secuencia o el horario de lo que estamos trabajando.
Para lograr con éxito nuestro objetivo debemos, como mencionaba al inicio, ser pacientes, repetitivos y constantes, estas son las bases para establecer tanto un hábito como una rutina, y nos ayudará a mantenernos enfocados.
Cuando Moisés estaba pequeño aun no contábamos con un comedor, por lo que nuestras comidas se realizaban en el sofá. Luego pudimos adquirir nuestro juego de comedor, toda una novedad para él a sus 3 años, aún pasábamos entonces por muchas rabietas, un vocabulario ininteligible de apenas 5 palabras y mucha hiperactividad, en solo fracción de segundos perdía el interés de realizar alguna actividad para dirigirse a otra sin concluir y por supuesto esto nos angustiaba un poco, sobre todo al pensar en lo que pudiera pensar el resto de las personas si llegásemos a estar en un lugar público.
Esto fue cambiando con el tiempo, comprendí que aislarlo del mundo no va a corregir esas conductas disruptivas y en cambio optamos por la exposición por periodos cortos que poco a poco se iban incrementando, a esos espacios que generaban escapes, rabieas, gritos y demás.
¿Y por qué repito una y otra vez aquello de paciencia, repetición y tolerancia? Porque de no ser por ello no hubiésemos logrado avanzar. Aún hoy a sus 10 años continuamos día a día enfocados en enseñar hábitos de higiene, de estudios y demás.

Retomando el recuerdo, creo que lo más difícil de aquel entonces fue que papá entendiera que debíamos abordar un paso a la vez, pues cuando logramos que Moi se mantuviera sentado durante toda la comida, papá quería corregir: postura, codos en la mesa, hablar con la boca llena y dejar de mover las manos (y el cuerpo entero) mientras come.
Fue muy muy difícil porque: Moisés es hiperselectivo con la comida (en publicaciones anteriores se los comentaba) y ver el plato del resto de los miembros le producía una sensación de desagrado, por lo que solo observaba con mal gesto a los demás comer durante breves minutos, y esto aunado a su constante necesidad de moverse de un lado a otro, hacía que se levantara y dejara todo. Así que primero trabajamos desde lo individual, nuestro primer paso a corto plazo era que se mantuviera sentado durante toda la comida, ya luego pasaríamos al siguiente: sentarnos todos a la mesa.

Papá se frustraba con facilidad y por aquel entonces yo recien empezaba a adquirir herramientas para ayudar a Moi, por los que las comidas eran muy estresantes y terminanban con mucho llanto, baja el brazo, deja de moverte, no toques, sientate bien, no hables con la boca llena, no metas tanta comida a tu boca, deja eso (todo esto en modo repetición infinita), incluso para mí resultaba irritante, realmente se me quitaban las ganas de comer, y Moisés lloraba muchísimo porque al recibir tantas órdenes terminaba igual de frustrado que papá.

Mantener una buena relación de pareja basada en la comunicación es base, porque a pesar de tardar un poco en comprender la idea de que tanta información, tantas órdenes enviadas a la vez no iban a obtener el efecto deseado, se mostró dispuesto a colaborar y hacer lo necesario para lograr nuestro objetivo. Y así fue como empezamos a dividir en pequeños pasos que a lo largo de los años han dado muy buenos resultados, acompañandolos de secuencias de pictogramas ubicados en lugares estratégico de la casa, un horario que les brinde estructura a su día a día y por supuesto anticipe lo que viene a continuación, reduciendo significativamente los niveles de estrés tanto para los niños como para nosotros, los padres y resto del entorno familiar.




LOS QUE SABEN TAMBIÉN SE EQUIVOCAN...