jueves, 11 de julio de 2019

SER PADRES

¿Les ha pasado alguna vez que se sienten como el personaje principal de un videojuego, donde la dificultad aumenta progresivamente en cada nivel y deben superar grandes desafíos que les permitan completar los objetivos para seguir avanzando?

Últimamente me he sentido así, envuelta en miedos porque no creo poder superar este nivel de dificultad, envuelta en preguntas que de pronto llegan a mi mente perturbando mi "tranquilidad" (entre comillas porque siendo cada día un desafío, es poco probable tener tranquilidad).

No suelo preocuparme por el futuro de mis hijos, me concentro en el ahora, en lo que puedo enseñarles hoy que les permita ser más independientes de lo que fueron ayer, me concentro en corregirles, en acompañarles en esos momentos de crisis, de ansiedad, del volcan de emociones que se desborda en ellos y no saben gestionar.

Sin embargo, recientemente tras el fallecimiento de una vecina en un accidente repentino, esos miedos que un día logré dejar de lado volvieron, y he de confesar que durante días mi mente no dejaba de dar vueltas, pasé por momentos de insomnio, perdí el apetito, veía a mis hijos y solo podía pensar que si me ocurriera algo similar ¿Quién arroparía a mi niño todas las noches para que pueda dormir? (porque no importa cuanto calor haga, si no se le arropa no duerme), ¿Quién despertaría a mitad de la noche para perseguirlos por la casa cuando se levantan dormidos?, ¿Quién mantendría la calma en medio del caos, esos días en los que ambos entran en crisis y buscan refugio en las dulces palabras que no reprochan?

Por un momento sentí colapsar, me envolvió la ansiedad del futuro incierto y me tomó algunas semanas recuperarme, darme cuenta que en nada me ayuda pensar de esa forma, darme cuenta que solo yo puedo controlar la intensidad de esas emociones, y que enfermaba mi mente y mi cuerpo alimentado pensamientos negativos.

No fue fácil y quien diga que superar estos momentos ocurre de un día para otro, simplemente miente, pero los apoyos son fundamentales, todas las familias que tenemos un miembro con alguna condición, llámese TEA, Síndrome de Down, Discapacidad Intelectual, Visual, Auditiva..., debemos contar con ellos.

El apoyo emocional nos brinda empatía, aceptación, ánimo o pequeñas muestras de afecto que nos hacen saber que somos apreciados y valorados por otros, el apoyo informacional son aquellas personas a través de las cuales podemos conseguir consejos, guía o nos proporcionan información útil. El apoyo de compañía se refiere a ese sentido de pertenencia a un grupo donde podemos compartir actividades en común, y si bien es cierto que muchas veces nuestra vida social parece haber desaparecido, es importante propiciar y motivarnos a nosotros mismos a salidas al parque, a conversaciones a través de las redes sociales con grupos de familias, a organizar paseos (puede ser al vecindario), esto resulta positivo para nuestros hijos y debería estar incluído en su rutina.

Rodearnos de estos apoyos nos garantiza contar con los recursos necesarios para desarrollar competencias que nos permitan superar estos momentos de agobio y sobrecarga emocional.

No todo es color de rosa, a veces nos enfrentamos a situaciones que nos sacuden, que nos desestabilizan, pero es importante tomar conciencia de ello, buscar ayuda y trabajar por cambiar nuestra actitud y la percepción que tenemos de los obstáculos que se nos presentan. Es poco probable superar los momentos de dificultad si nuestros pensamientos nos ponen en desventaja.

Permíteme abrazarte en la distancia y recordarte que no estas solo/a 



LOS QUE SABEN TAMBIÉN SE EQUIVOCAN...