Leannys Astudillo es una madre guerrera y una gran amiga que decidió enfrentar este reto apoyando a otros padres, compartiendo conocimientos, experiencias y recetas a través de su cuenta de Instagram y una página de Facebook creada junto a otras madres, lo que ha llevado a la concientización, apoyo y compromiso de las personas a su entorno, incluyendo la escuela de sus niños.
Aquí su historia:
Había una vez...
Todas las historias, cuentos y relatos empiezan por: "había una vez" y yo no seré la excepción, he aquí nuestra historia:
Había una vez dos góticas milagrosas de ilusión que llegaron a mi vida al mismo tiempo. Como toda mamá primeriza de mellizos tenia la fantasía de que físicamente al nacer fueran muy parecidos, pasaron los meses y siempre existieron diferencias, desde que estaban en mi vientre eran distintos, uno más pesado y largo que el otro, uno de cabeza y el otro en posición de parto. Nunca llegaron a coincidir en prácticamente nada. Al nacer su único parecido era el tono de pie, al mirarlos olvide por completo aquella tonta fantasía y me enamore de nuestra realidad, ya no se trataba de mi, eramos 3 y estábamos juntos.
Pasados los meses las diferencias físicas eran más marcadas pero eso no me angustiaba, lo que si me preocupaba era que mientras uno ya gateaba, el otro apenas hacia el intento. Esas diferencias de desarrollo me parecían extrañas, consultaba con el pediatra y siempre dijo: "cada niño se desarrolla a su ritmo", haciendo caso a el especialista me relaje y confíe en sus palabras, la verdad así paso: cada uno gateo, camino y pronunció sus primeras frases en su tiempo y a su manera.
De sumar meses llegamos a los dos años, aún recuerdo el primer día en el maternal, 2 años y 8 días de nacidos, ya mis pequeñas pulgas se separaban de mi medio día, mientras tanto la única observación que me hacían las maestras era que uno de mis niños lloraba por cualquier cosa, pero se calmaba cuando lo cargaban y lo llevaban a otra habitación solo.
Superado el maternal, iniciamos la etapa de jardín de infancia. Y es justo en esta etapa ya con 3 años que se encienden las alarmas: uno de mis niños hablaba como lorito de locutor y el otro no se le entendían las palabras que decía, la única persona que comprendía su lenguaje era yo, a pensar de ser su traductora oficial habían veces que se me dificultaba la traducción de sus oraciones y nuevamente llegaban a mi las diferencias, además de no pronunciar bien las palabras, tenía problemas para coordinar sus movimientos al trotar, se frustraba con facilidad por no poder pedalear una bici o jugar al muñeco con su hermano.
Una noche después de irnos a la cama a dormir, tome la portátil y empece a escribir las características que veía en mi niño, lo primero que encontré en la web fueron Blogger de padres de niños con autismo, todos los que leí esa noche tenían una frase que iba de uno a otro como calcomanía: "el autismo no es una enfermedad, por lo tanto no se cura". No quedaron lágrimas en mi esa noche, de sólo pensar que uno de mis pequeñitos podría tener algo incurable me destrozaba el alma y me rompía el corazón.
Al día siguiente decidí buscar un psicólogo ya con conocimiento de uno pedí cita, llegó el día: esa misma mañana tendría la respuesta de las sospechas que bombardeaban en mi mente sobre el autismo.
Después de las charlas y observaciones de el psicólogo teníamos el diagnóstico: TGD no especificado, debo confesar que cuando el médico dijo el diagnóstico sentí como si estuviera hablando con un alemán fingiendo tener el acento de un chileno, y no es que tenga algo en contra de los alemanes y los chilenos es que de verdad no le entendía absolutamente nada, no es autista pero esta dentro de el espectro autista. Es que creo que hasta por momentos llegue a pensar que el psicólogo había sido poseído por la "poesía" de Ricardo Arjona por eso de no pero si y si pero no. En fin, casi por finalizar la consulta realice mi última pregunta ya sin más comodines y tiempo: ¿que puedo hacer para mejorar la condición de mi chamo? El psicólogo sonrió y me respondió dándome recomendaciones sobre algunas terapias, vitaminas y dieta "especial".
Al salir de ahí se desató en mi el espíritu administrativo y lo que nunca había hecho en toda mi vida ya empezaba a hacerlo, la peor de mis pesadillas una misión casi imposible de realizar: un horario de actividades para administrar nuestro tiempo y cumplirlo al pie de la letra. ¡Nooo!.. A pesar de eso aún estoy asombrada de lo bien que nos las llevamos el horario y yo.
A los pocos días ya mis niños tenían una rutina de activadas, uno entre terapias y otro conmigo de copiloto, pintor,deportista y hasta mecánico de juguetes.
Todo estaba sobre la marcha, a medida que pasaba el tiempo estos tres mosqueteros se complementaban y hacíamos de todo un poco para culminar la noche abrazados y satisfecho de terminar otra exitosa rutina.
Hoy día mis chaminis tienen 6 años, siguen siendo seres diferentes, uno opuesto al otro. Cada uno superando sus limitaciones a su ritmo y desarrollando habilidades a su tiempo. Mi J corre coordinamente, va a un colegio regular, habla fluidamente aun con algunos problemas para pronunciar los fonemas R y L, lee, escribe en cursiva, suma y resta, tiene más amigos que hijo de ministro, Asier por su parte va a el mismo cole que su hermano, es un niño destacado en clases, cordial y amigable, por sobre todas las cosas son unos chicos felices, que me enseñaron a no confiar en las etiquetas y amar las diferencias.
No podemos decir: "colorín colorado esta historia se a acabado", porque nuestra historia recién empieza, siendo más humanos, más familia y apreciando la diversidad como bendición y no como problema.
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