Gracias a las Redes Sociales he podido entrar en contacto con muchas personas y nutrirme de sus experiencias, tanto de padres de niños con Autismo, como de personas que han sido diagnosticadas dentro de los TEA. Esto me ha hecho ver y comprender un poco las dos caras de la moneda.
Cada individuo tiene su personalidad y no todos los consejos aplican para todos los casos (incluyendo algunas recomendaciones médicas)
El tema de la alimentación es motivo de insomnio para muchos padres, una mala alimentación o la fijación por comer un solo alimento puede traer consecuencias negativas a futuro en la salud de nuestros hijos, PERO, ¿Cual es la mejor forma de sobrellevar esta situación?
Nos encontramos con médicos que nos piden obliguemos a nuestros hijos a consumir los alimentos rechazados, recomendaciones que van desde "bótale el vaso (o el objeto al cual está apegado), hasta déjale estar sin comer todo el día, en algún momento le dará hambre".
Vemos por otro lado como esas personas convertidos ya en adultos, relatan con amargura la terrible experiencia que vivieron al ser obligados (muchos siendo adultos sigue sin consumir ese alimento) el estrés por el que se les hizo pasar y sugiriendo a cualquiera que les pregunte que NO OBLIGUEN A SUS HIJOS.
Por otro lado (y de este me encuentro yo) estamos los padres preocupados, la alimentación tiene relación directa con el desarrollo del cerebro, con una buena salud, y pues ver que nuestros hijos no reciben la cantidad ideal de proteínas, carbohidratos y otros nutrientes, nos mantiene en constante alerta.
Las comidas de mi hijo cerca de los 4 años eran sólo teteros (leche, azúcar y algún cereal), luego de pasar por una consulta seguimos las recomendaciones de la Doctora y empezamos por dejarlo sin comer y obligarle a probar (cosa de la cual me arrepiento hasta el día de hoy).
Resultado: Al final de la tarde no quería acercarse a nosotros.
Creo firmemente en el potencial de cada madre, en los instintos, es posible que no sepamos muchas veces como llevar a la práctica nuestras ideas, pero antes de actuar valoramos las situación, los pro, los contra, las posibles consecuencias, y vemos a través del amor que sentimos por nuestros hijos, los que pueda ser en su beneficio; queremos que nuestros hijos estén bien e intentamos cosas que nos recomiendan las personas a las que confiamos su salud, pero quien conoce realmente a sus hijos son sus padres.
Sentí mucha frustración ver a mi hijo llorar, cerrando la boca con mucha fuerza mientras con manos y piernas intentaba escapar, y decidí terminar con eso.
¿Acaso a mi alguien puede obligarme a comer hígado? ¿Cuantos años de mi niñez pase creyendo que el jugo de remolacha era sangre y por eso no lo tomaba? ¿Quien obliga a un adulto a comer cuando no le gusta algo, por mucha vitamina que tenga ese alimento?
¿Acaso a mi alguien puede obligarme a comer hígado? ¿Cuantos años de mi niñez pase creyendo que el jugo de remolacha era sangre y por eso no lo tomaba? ¿Quien obliga a un adulto a comer cuando no le gusta algo, por mucha vitamina que tenga ese alimento?
Ráfagas de preguntas de ese estilo me inundaron, no porque ese alimento sea bueno para su salud te da derecho a hacer sufrir a tu hijo, hacerlo pasar por un momento frustrante porque no entiende ese afán tuyo de obligarle.
A partir de ese momento comencé a incluir más a Moi en la cocina, quería que se familiarizara con las diferentes comida, que las conociera, su forma, su textura... Al principio como todo, muy difícil pues no se acercaba, no tocaba y veía con recelo todo. Esto nos ayuda a conocer si rechazan los alimentos por algún color en particular, la mezcla de ellos, por su dureza, etc...
En fin, casi 4 años después hemos avanzado mucho (recuerden mirar en retrospectiva cuando se sientan cansados y frustrados)
Antes era imposible que se sentara a la mesa con nosotros, comía él solo, nuestra comida le producía malestar. Ahora puedo pedirle alguna fruta, jamón, cebolla, cualquier cosa del refrigerador sin que sienta desagrado al tocarlo.
Esta interacción ha despertado su interés y de vez en cuando me pide probar, es como tocar el cielo de la emoción. Hay comidas que aún rechaza, como la carne y el pollo, esto no significa que no se las de disfrazadas u ocultas. Es recomendable hablarles con la verdad, Moi al principio se molestó mucho al saber que había comido algo que no le gustaba, aun así continué haciendo platos nuevos y al finalizar le comentaba que le había agregado un nuevo ingrediente.
Ahora ya está consciente que en ocasiones o al preparar sopas y granos sabe que voy a usar carne o pollo y lo único que me pide es que licue, le haga una crema.
Ahora ya está consciente que en ocasiones o al preparar sopas y granos sabe que voy a usar carne o pollo y lo único que me pide es que licue, le haga una crema.
Le encantan las panquecas y es genial porque allí también puedo incluir, arroz, zanahoria, remolachas, espinacas, auyama (hasta que descubrí que esta última le produce reacción alérgica). En puré come además de papa, ocumo, batata... Leches vegetales, leche de arroz, leche de almendras, de ajonjolí, de semillas de girasol, siempre hay maneras de aportar nutrientes a nuestro cuerpo.
Es cuestión de constancia, creatividad para buscarle la vuelta, de sentir empatía, de conocer si es hipersensible, si la comida muy fría, muy caliente o muy crujiente le lastima o por el contrario es hiposensible y busca al extremo esa sensación.
Papá, Mamá
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